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Del golpe de estado a la «fascistización» de Bolivia

Para entender la crisis política de Bolivia hay que remontarse al referéndum de 2016, cuando Evo Morales preguntó a los ciudadanos si querían que se presentase a un nuevo mandato, y le dijeron que no. Esto hizo perder capital político a un presidente que había conseguido reducir notablemente la pobreza y en analfabetismo. En las elecciones del 20 de noviembre se produjeron irregularidades, y Morales aceptó repetirlas, pero el comandante en jefe del ejército le «invitó» a dimitir. Un golpe de estado que ha abierto paso a una nueva fase política que la periodista Liliana Colando define como «fascistización» del país con el retorno a las instituciones de la Biblia y los militares. Estas son algunas de las claves de la crisis:

  • ¿Por qué fue un golpe de estado? Porque así se define, técnicamente, la interrupción del orden constitucional por parte de un actor estatal como es el ejército. Así lo ha recordado públicamente el expresidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero. La cúpula de los militares se sumó a una sublevación de policías contra un presidente democráticamente elegido en las urnas. Los golpes de estado se recuerdan de manera diferente según lo que ocurre después. La revolución de los claveles en Portugal, por ejemplo, fue en realidad una sublevación militar que puso fin a décadas de dictadura. Pero, ¿qué ha ocurrido en Bolivia?
Noticia de Euronews sobre la represión en Bolivia.
  • «Carta blanca para la impunidad». Así define Amnistía Internacional un decreto aprobado por la senadora Janine Añez, autoproclamada presidenta de Bolivia sin el quorum necesario en el parlamento para hacerlo por la ausencia de los diputados oficialistas del Movimiento al Socialismo (MAS) del expresidente Morales. El decreto limita la responsabilidad de los militares implicados en la represión de las protestas contra el gobierno de Añez. 23 personas murieron durante los días posteriores al golpe en circunstancias todavía no aclaradas. La mayoría de ellas son indígenas y perdieron la vida por impactos de bala.
  • Sin fecha para las elecciones. El gobierno de facto de Bolivia anunció en su toma de posesión que el objetivo principal de su mandato iba a ser la convocatoria de elecciones con la mayor celeridad posible. Sin embargo, un mes después, todavía no se sabe cuándo se celebrarán. El parlamento de Bolivia solo ha aprobado una ley para convocarlas antes de cinco meses. La misma ley impide a Evo Morales optar de nuevo a la presidencia.
Janine Añez, con un ejemplar de la Biblia, accediendo a la Asamblea Nacional. Foto; EFE
  • ¿De qué dimensiones fue el fraude? Con el 83% del voto escrutado, mediante el mismo sistema utilizado en el referéndum que perdió Evo Morales, el expresidente superaba en casi diez puntos al segundo candidato. Entonces se produjo un parón en el recuento que no ha sido explicado de manera convincente. Lo que ocurrió después fue que Morales conseguía esas diez décimas que necesitaba para evitar una segunda vuelta que, según los sondeos, podría perder por la concentración del voto de la derecha. La auditoría realizada por la Organización de Estados Americanos concluye que se produjo una «manipulación dolosa». Sin embargo, analistas independientes como Itzamná Ollantay concluyen que el informe carece de rigor metodológico, y solo se revisaron el 0,2% de las actas electorales.
  • ¿Qué legado deja Morales? El fraude, fuera de las dimensiones que fuera, resta legitimidad a un gobierno que ya perdió el referéndum de 2016 por el 51% de los votos frente al 48%. Evo Morales solo pudo volver a presentarse a las elecciones gracias a una polémica sentencia del Tribunal Supremo Electoral. Según sus críticos, Morales socavó también la credibilidad de otras instituciones respetadas como la Defensoría del Pueblo, y neutralizó a organizaciones indígenas y campesinas. En su haber, cabe recordar que consiguió reducir la pobreza extrema del 38,2% al 15,2% y el analfabetismo del 13% al 2,4%.

Esta visualización forma parte de los Instagram Stories elaborados por el departamento de redes sociales de À Punt Mèdia, el nuevo grupo audiovisual que ha sustituido a la antigua Radio Televisión Valenciana. El contenido íntegro, aquí.

  • ¿Qué está pasando ahora en Bolivia? Una «deriva reaccionaria», según afirma la periodista Liliana Colando, en un artículo publicado en El País. Un «acelerado proceso de fascistización» por el cual las antiguas élites, desplazadas durante más de una década, vuelven al poder y se «reparten el botín» que deja la caída del gobierno de Evo Morales. Serían «las élites de Santa Cruz y La Paz, según esta autora, quienes estarían detrás del «movimiento contrarrevolucionario» que se ha puesto en marcha en el país.

Seguidores de Evo Morales se manifiestan en La Paz. Foto: Agustin Marcarian (Reuters)
  • ¿Y qué dicen los principales actores internacionales? La crisis política en Bolivia ha dividido el mundo, como es habitual, en bloques ideológicos. Han denunciado el golpe los aliados tradicionales de Evo Morales, como Rusia, Venezuela, Cuba y México, el país que le ha concedido el estatuto de refugiados por razones humanitarias teniendo en cuenta que se temía por su vida. Celebran la caída de Morales sus adversarios, como Brasil, Colombia y los Estados Unidos. La OEA, con sede en Washington, ha tenido un papel muy activo en la crisis. La ONU se ha limitado a pedir contención a las partes y expresar su profunda preocupación. Y la Unión Europea, mucho más activa en otras crisis latinoamericanas, tampoco se ha pronunciado sobre el golpe. Y debería hacerlo, según Rodríguez Zapatero, porque «si hoy dejamos que esto pase en Bolivia, puede pasar en otros sitios». Palabra de expresidente.

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