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Periodismo internacional

Imágenes como balazos

«Esto es Homs, pero ya no sé dónde estoy, me siento como un inmigrante en mi propia ciudad». Hace solo tres años Basset era el portero de la selección nacional de fútbol de Siria. Ahora está sentado en el suelo de una casa agujereada por la metralla, exhausto después de horas de combate, con un lanzagranadas RPG entre las piernas.

Basset es uno de los protagonistas del documental “Return to Homs, de Talal Derki, una crónica descarnada de la destrucción de Siria. Paso a paso. Muerto a muerto. Desde sus orígenes en septiembre de 2011. Cuando cientos de jóvenes cantaban y bailaban, abrazados, desafiando a los tanques que cercaban la ciudad de Homs.

Aquello, conviene recordarlo, era otra revuelta popular como las que habían triunfado meses antes en Túnez y Egipto. En las calles de otro país árabe se volvía a pedir pan, justicia y libertad. Parecía que Bashar al-Assad tenía las horas contadas. Casi nadie esperaba que, para mantenerse en el poder, la dictadura fuera capaz de ahogar el país en su propia sangre.

Lo que ocurrió después es de sobra conocido: 200.000 muertos, entre ellos más de 11.000 niños, decenas de miles de heridos y más de tres millones de refugiados. Todas estas cifras no aparecen en el documental, claro, pero el director consigue algo más importante: poner nombre y rostro a las víctimas. Una mujer aterrorizada que huye de los bombardeos con toda su vida en una bolsa de basura. Un médico que opera a los guerrilleros heridos en un tugurio clandestino. Un adolescente muerto en el suelo de una habitación con las paredes desnudas. Todo esto, y mucho más, es lo que hay detrás de las cifras.

Los invisibles del conflicto sirio

Hay que ver «Return to Homs», sobre todo, para recordar a los jóvenes que iniciaron las protestas pacíficas contra la dictadura y que se han convertido en los grandes olvidados del conflicto sirio. Activistas que optaron por la lucha armada porque era la única alternativa de oposición a un régimen que niega los derechos más fundamentales. La brutalidad de de Assad, la inacción o la complicidad de Occidente y la posterior irrupción del Estado Islámico les han convertido en invisibles.

Pero no son invisibles. Son personas  que sufren y ríen, que matan y lloran. «La revolución se acabó. Perdimos», confesaban hace unos días al periodista Antonio Pampliega en las calles de Aleppo en esta brillante crónica titulada «Combatir sin esperanza». Ahora  mueren en su país o intentando huír como muestra este documento grabado con un teléfono por cinco amigos – Moaaz, Majd, Rasha, Kinan and Khalid – que se embarcan en un peligroso viaje para llegar a Europa.

La legitimidad de la revolución

Y hay que ver también «Return to Homs» porque en solo 90 minutos se entiende la legitimidad de las revueltas populares, por qué se transformaron en un levantamiento armado, y cómo se ha convertido el país  en lugar de peregrinaje para yihadistas de todo pelaje que están incendiando la región entera y que se dedican ahora a degollar inocentes para colgar las imágenes en Youtube.

Talal Derki utiliza la cámara como un arma y dispara imágenes que duelen como balazos. Para mostrar el terrible sufrimiento de un pueblo abandonado a su suerte. Para denunciar el patético papel de la ONU y de sus observadores. Para reclamar la movilización de nuestras conciencias. Porque Basset, el portero de fútbol, sigue hoy luchando por la libertad de su pueblo en algún lugar de la ciudad de Homs.

PD. «Return to Homs» se proyectará en el festival DocsDF que se inaugura hoy en la ciudad de México.

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